Desde los orígenes dominicos, se habla de “casas de predicación”, como lugar donde se prepara y se comparte la experiencia de Dios, el estudio y la fraternidad que sustenta la predicación. Nuestra predicación no es una teoría, sino una experiencia directa de vida evangélica.
Como comunidad educativa, buscamos gestar un ambiente donde cada persona realice, desarrolle y madure su vocación, la amistad, el compañerismo y la unidad, siendo muy importante compartir los afectos, eventos vitales, las alegrías y el humor para enfrentar lo cotidiano.
Es en la convivencia diaria en donde manifestamos el evangelio, donde aprendemos a ver en el otro el rostro de Cristo, donde aprendemos a resolver conflictos de forma pacífica y ver en cada uno de ellos una oportunidad de aprendizaje, donde tejemos lazos y nos sentimos parte de un mismo proyecto.
Esta vida en comunión es en donde confluyen las capacidades, dones, creatividad y labor de cada uno en pos de nuestro proyecto pedagógico-pastoral. En donde crecemos y nos enriquecemos con los otros y otras, aprendiendo a mirar, escuchar, dialogar y construir comunidad.
El sistema de gobierno se convierte en un medio para la responsabilidad del bien común, en un clima colegiado y participativo desde el espíritu dominicano