Nuestro carisma: la predicación

Nuestro carisma: la predicación

“¡Ay de mí si no predicara!” (1 Cor 9,16)

Cuando el Espíritu Santo se manifiesta como don en una mujer o varón, genera un carisma, el cual tiene como efecto suscitar su vocación. Una llamada hacia un aspecto de la misión que necesita la Iglesia en un momento histórico.

La experiencia carismática de Domingo de Guzmán, es la predicación. Predicación que convirtió en la savia que animó toda su vida, todo su ser y se convierte en el carisma para todos los que continuamos su obra. La predicación es nuestro código genético cuyos pilares son:

ORACIÓN: experiencia de Dios. Contemplación para la predicación “Primero contemplar y después enseñar”

Nuestra oración tiene una impronta especial: va motivada por lo que vivimos y ven nuestros ojos en el mundo. En la oración miramos en profundidad y contemplamos las realidades y personas con las que tejemos nuestra existencia, especialmente con aquellos más vulnerables de nuestra sociedad, para encontrar en el fondo de esas realidades los ojos de Dios, y que brote en nuestro interior un corazón compasivo y misericordioso como el de Jesús. También, para que emerja un corazón agradecido, descubriendo en nuestras vidas al Dios que nos ama, sana y libera. Esa dialéctica alimentada por el Espíritu, es la que nos reconduce al mundo para predicar pronunciando siempre palabras de esperanza.
El silencio constituye un medio especial en nuestras prácticas de oración y contemplación, porque a través del mismo disponemos nuestra mente, el corazón y todo nuestro ser a la escucha de Dios mismo, de los sucesos, de lo que acontece a la humanidad. Rezamos con todo nuestro ser, con nuestra interioridad, con nuestro cuerpo, con nuestros sentidos, porque entendemos que la oración es la fuerza de la fe en la historia.
En la tradición dominicana la oración considera la experiencia personal y privada y el rezo comunitario, la celebración litúrgica, compartida con la comunidad y con la Iglesia.

ESTUDIO: la búsqueda de la Verdad “Contemplar y dar lo contemplado”

El estudio para nosotros es una nota diferencial de nuestra identidad institucional que buscamos cultivar en nuestros estudiantes y toda nuestra comunidad educativa. A través del estudio, considerado como medio y no como fin, nos comprometemos con la búsqueda de la Verdad.
Una búsqueda de la Verdad desde una actitud de compromiso y responsabilidad con la humanidad, porque creemos que es un modo de estar presentes en la historia, de comprender y entender los signos de los tiempos, y de aportar a la construcción de un mundo más justo y solidario.
Es por ello que el estudio que emprendemos no se basa en una acumulación de conocimientos, sino en la búsqueda de aquellos marcos epistemológicos que nos permitan leer mejor la realidad, comprender el designio salvífico de Dios para la humanidad y orientar todo nuestro proyecto pedagógico-pastoral.
Esta búsqueda de la Verdad la realizamos desde una actitud mendicante, uniéndonos a las búsquedas de otros, porque no nos consideramos dueños de la verdad.

COMUNIDAD: la búsqueda de la Verdad “Contemplar y dar lo contemplado”

Desde los orígenes dominicos, se habla de “casas de predicación”, como lugar donde se prepara y se comparte la experiencia de Dios, el estudio y la fraternidad que sustenta la predicación. Nuestra predicación no es una teoría, sino una experiencia directa de vida evangélica.
Como comunidad educativa, buscamos gestar un ambiente donde cada persona realice, desarrolle y madure su vocación, la amistad, el compañerismo y la unidad, siendo muy importante compartir los afectos, eventos vitales, las alegrías y el humor para enfrentar lo cotidiano.
Es en la convivencia diaria en donde manifestamos el evangelio, donde aprendemos a ver en el otro el rostro de Cristo, donde aprendemos a resolver conflictos de forma pacífica y ver en cada uno de ellos una oportunidad de aprendizaje, donde tejemos lazos y nos sentimos parte de un mismo proyecto.
Esta vida en comunión es en donde confluyen las capacidades, dones, creatividad y labor de cada uno en pos de nuestro proyecto pedagógico-pastoral. En donde crecemos y nos enriquecemos con los otros y otras, aprendiendo a mirar, escuchar, dialogar y construir comunidad.
El sistema de gobierno se convierte en un medio para la responsabilidad del bien común, en un clima colegiado y participativo desde el espíritu dominicano

PREDICACIÓN: Hablar con Dios o de Dios “Predicar siempre y en todas partes”

Desde lo contemplado, desde el estudio y desde la vida en comunidad, es que nace la predicación. Es nuestro código genético diferencial. Nos sentimos llamados y enviados a la predicación, a acercar al mundo hacia el plan de Dios.
Todo acto educativo que realizamos es un acto de predicación que se hace desde la comunidad. Una predicación que es kerygmática, carismática, profética, itinerante y de fronteras. Una predicación abierta siempre a los signos de los tiempos.